La disposición con que esta selección nacional sub 17
enfrentó a su similar de Nicaragua nos pareció aceptable, porque mantuvo
el orden necesario para defender, supo juntarse en todas las zonas para
tener la pelota y tras esos aspectos terminó controlando el partido.
Lo que sí nos pareció que es un saldo por deber, y que tiene que ser la
prioridad a corregir por el cuerpo técnico que encabeza José Luis
Rugamas, es el exceso de conducción con que se manejan algunos
integrantes del equipo, y que no permite darle seguridad y continuidad
al funcionamiento colectivo.
Ese defecto provoca que se pierda la pelota en circunstancias favorables para hacer daño, que se carezca de profundidad en ataque, y que las verdaderas opciones de gol escaseen.
Por ello es que el resultado final fue muy pobre, con apenas un gol
que no refleja el dominio que se ejerció tras el control de pelota de
que se dispuso.
Otro defecto que hay que señalar es el exceso de repeticiones en
jugadas ofensivas, como es abrir el juego por las puntas para que el
puntero circunstancial haga cuatro o cinco amagues de más para terminar
metiendo el centro impreciso y anunciado.
Foto: El Grafico |
Pareciera que no existe otra idea que cambie la rutina en la búsqueda
de espacios en ataque. Como si la variante ensayada sólo es esa y es
pecado cambiarla, apostarle a otra cosa.
Eso que mencionamos fue más nutrido en el segundo tiempo, cuando Óscar Hernández apareció 20 veces por la derecha, perdió la pelota gran cantidad de veces cuando intentó hacer prevalecer su dribling. Cuando se pudo metió el centro, pero apurado.
Entonces la claridad para llegar al gol se fue borrando hasta
finalizar con ese gol de José Contreras sobre el minuto 89 que rescató
el partido cuando ya no había opciones.
Uno termina pensando que frente a un rival con más peso que
Nicaragua, nuestro fútbol tiene que ser más pujante, más decidido en
todos los sectores.